jueves, 16 de febrero de 2012

La lectura y el silencio: placeres compartidos












El tiempo libre es aquel en el que realmente no tenemos ningún tipo de obligación que nos condicione; se trata de un espacio en el cual lo que decidimos hacer es por iniciativa propia, conforme a nuestros gustos, preferencias, o porque nos sugieren compartir alguna actividad que nos es grata para divertirnos con la familia o los amigos.
Es verdad que el descanso es necesario para recuperar energías y dejar que se regeneren cuerpo y mente, pero hay que tener en cuenta que uno de los riesgos emergentes que acechan a nuestra sociedad es la pereza; de ahí la importancia de superarla con constancia practicando actividades que garanticen un desarrollo personal óptimo. Asimismo, se ha de tener en cuenta que es tan importante ejercitar el cuerpo como la mente.  
A menudo se asocian y limitan las actividades compartidas en nuestro tiempo libre a aquellas que requieren una actitud físicamente activa pero, como ya he indicado, no hay que menospreciar aquellos momentos de placidez intelectual colectiva que también pueden ser compartidos. Incluso sin salir del hogar, sentados en el sofá con el resto de la familia, podemos practicar actividades conjuntas como la lectura. En un contexto de silencio y armonía, surge una complicidad entre los participantes que genera una compenetración diferente a la que estamos habituados, más profunda y espiritual, en la que se permiten interrupciones ocasionales para comentar anécdotas de los contenidos que nos llamen la atención  del libro que lee cada miembro.  
El silencio compartido no rompe la comunicación entre las personas sino que la refuerza y la hace más profunda al generar una compenetración armónica entre quienes lo practican. Precisamente es el silencio lo que nos permite reflexionar y pensar con nitidez para poder aportar más calidad a los ratos de ocio compartidos. En este sentido, conviene acostumbrar a los más pequeños de la casa a familiarizarse con el silencio, así como apreciar la elevación y paz interior que este aporta.
La lectura es una de nuestras mejores aliadas para educar a los niños a familiarizarse con el silencio y la tranquilidad, un silencio que tampoco es necesario que sea sepulcral. Además, mientras se divierten leyendo, podrán desconectar un poco de la multitud de impactos sonoros y visuales a los que les tiene sometidos la sociedad.

Gerard Corriols, pedagogo

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