lunes, 5 de diciembre de 2011

Entrevista con Eduardo Fernández Rodríguez, profesor de Didáctica y Organización escolar

boolino es el nuevo blog de literatura infantil.- Cuentos, Libros infantiles, Recomendaciones, Lectura infantil, Fomento de la lectura, Actividades, Agenda Eduardo Fernández Rodríguez es profesor de Didáctica y Organización escolar del Departamento de Pedagogía de la Universidad de Valladolid (Escuela Universitaria de Educación de Palencia). Su ámbito de investigación prioritario es el de la didáctica universitaria, la alfabetización académica, la formación de formadores, el análisis de los procesos de enseñanza-aprendizaje, la investigación-acción y la pedagogía crítica.


¿Cuáles son las prioridades de la pedagogía en la escuela?

Pues para responder a esta pregunta, quizás lo más conveniente sea considerar distintas dimensiones.

A nivel político, nos encontramos en un momento donde las prioridades de las administraciones parecen ir del lado de una especie de retorno a lo básico, esto es, el reforzamiento de la instrumentalidad (lengua, matemáticas, inglés…) por la presión a la que se viene sometiendo a los sistemas educativos por las pruebas de evaluación estandarizadas. Junto a esto, hemos de pensar en cuestiones como las exigencias de la incorporación de las tecnologías de la información y la comunicación, los planes de acogida y la convivencia en centros. Podemos resumir con un eslogan que se ha vendido mucho en la Unión Europea, y que es la necesidad de unir éxito escolar con igualdad de oportunidades.


Dicho esto de entrada, a nivel de las estrategias organizativo-metodológicas implementadas, parece que tres son las líneas que más desarrollo están teniendo actualmente: por un lado, las propuestas basadas en el modelo de competencias, impulsadas desde instituciones como la OCDE y la UE, y que implica el trabajar desde un paradigma de enseñanza que considera que se aprende cuando se movilizan los saberes enseñados en contextos reales. De todas formas, este paradigma ha sufrido duras críticas, sobre todo porque conserva ciertos resabios tecnocráticos, siendo utilizado este modelo casi más como una especie de “catecismo doctrinal”. Por otro lado, tenemos todo un movimiento vinculado al derecho a la educación, y a las exigencias democratizadoras de nuestras sociedades en términos de igualdad de oportunidades, y que se vincula con lo que se denomina aprendizaje dialógico y comunidades de aprendizaje. En la actualidad, parece que está obteniendo éxito en contextos desfavorecidos, generando nuevas implicaciones de la comunidad en la escuela, desde una óptica no segregadora e inclusiva. Finalmente, tenemos toda una suerte de propuestas que se vincularían con el trabajo desde lo emocional, y que van desde lo que se conoce como pedagogías sistémicas, pasando por la enseñanza de la creatividad o las propuestas basadas en el reconocimiento de la multiplicidad de inteligencias y la diversidad de capacidades.

Dejo de lado propuestas ya conocidas de trabajo más ligadas a los contenidos disciplinares, aunque a mi juicio hay todo un trabajo vinculado a las áreas específicas de la enseñanza (musical, plástica y corporal; ciencias experimentales; didáctica de la lengua y de la literatura…) que cada vez comprenden el aula como espacios donde desarrollarse todo un trabajo basado en y desde la comunicación.

Usted es formador de maestros de infantil y primaria y de doctorandos. ¿Cuáles son las cuestiones que más preocupan a los futuros docentes?

La experiencia que voy teniendo estos cuatro años de trabajo en las escuelas de Magisterio, me dice que hay quizás una excesiva preocupación por parte de los y las futuras maestras en dimensiones excesivamente técnicas de la enseñanza, parece que el alumnado piensa que un buen docente es aquel o aquella que domina las técnicas y los principales procedimientos propios de las áreas de trabajo en la escuela.

Mi trabajo es también que se reflexione acerca de los imaginarios que se traen respecto de lo que es ser precisamente un docente… pues hablamos de un o una profesional que forma parte de una organización – la escuela – sometida a una gran variedad de culturas y relaciones en su interior, y también de un o una profesional que debe contemplar dimensiones personales en su relación con el alumnado, o con las familias, por no hablar de sus propios miedos o inseguridades como trabajador o trabajadora de la enseñanza.

Es verdad que, en general, el alumnado de las escuelas de magisterio da un valor muy importante al periodo de prácticas profesionales que se hacen en la escuela como parte de su formación inicial,  siendo siempre una tensión constante para nuestro papel como maestros o maestras el establecer relaciones continuas entre ambos mundos, el de la universidad y el de la escuela. Con los nuevos títulos de grado, y el aumento de horas para hacer dichas prácticas en la escuela, tenemos una bonita oportunidad para desarrollar un trabajo de articulación más profundo y de calidad.

¿Cómo cree usted que se puede educar creando hábito de lectura?

No soy ningún especialista en el tema, por lo que otros u otras tendrán mucho más que decir que yo, puedo deciros cosas sabidas ya desde hace tiempo.
Por un lado, el énfasis en procesos más de tipo sociocultural y no tanto cognitivo, por lo que debemos vincular la lectura con el entorno social del lector o lectora, usando materiales cercanos al contexto que viven nuestros niños o niñas, nuestros jóvenes, etc.  Debiéramos pensar, entonces, en usar materiales más auténticos y cercanos, no tener miedo a trabajar con la publicidad, los chats o foros de internet, las noticias de prensa, los carteles, los videojuegos.  Esta opción sociocultural por la lectura ha de implicar lo que Paulo Freire hace tiempo que dijo sobre la alfabetización: “que se ha de enseñar la palabra, para leer la realidad.” Si entendemos esto, probablemente dejemos de ver como algo separado el hecho de leer y comprender textos con el de usarlos en nuestros entornos más cercanos.

Por otro lado, y es algo que también se ha comentado, me parece que es extraordinariamente necesario seguir reivindicando el trabajo iniciado por Gianni Rodari en su trabajo sobre la fantasía y la imaginación, y esto no es tarea restringida a la etapa infantil, todos y todas hemos de soñar con el lenguaje, yo diría que las narraciones en algunos casos pueden llegar a ser delirantes, abrir otros caminos, cambiar roles de los personales, estimular el pensar otros relatos a partir de un relato-marco. Y en esto hay algo que debemos de ser conscientes: que la lectura es una práctica comunitaria e intergeneracional, implicándose en el mismo acto de leer familias, niños y niñas, jóvenes, profesorado… algo que ya se está haciendo desde algunos ámbitos a partir de las concepciones dialógicas del aprendizaje.

Finalmente, no me resisto a reivindicar un trabajo sobre la lectura que vincule el acto de leer con el de expresarse con el cuerpo, me parece que ganaríamos mucho si vinculáramos lectura con dramatización, expresión musical, etc. Como colofón diría que toda práctica de lectura ha de llevarnos – en esta línea sociocultural que defiendo – al análisis de la ideología que hay detrás de los textos, sobre todo si queremos pasar de leer las líneas a leer tras las líneas como dice el especialista en literacidad crítica, el profesor Daniel Cassany.

Usted trabaja en un proyecto que analiza cómo se construye ciudadanía a través de las redes sociales y cómo se utilizan estos espacios digitales en el mundo escolar. ¿Qué destacaría de esta investigación?

Se ha hablado mucho de la necesidad de que la escuela se abra a las nuevas realidades comunicativas que surgen a través de las TIC’s. El punto de partida, entonces, es el que comprendamos que si bien la escuela dota de significados a las nuevas generaciones, lo cierto es que, probablemente, éstas no encuentran sentido a lo que en las aulas se hace con bastante frecuencia. Las redes sociales son espacios a través de los cuales no sólo se intercambia información, se buscan amistades, se comparte música, etcétera. También las interacciones virtuales nos dicen muchas cosas acerca de nuevos formatos con los que desarrollar aprendizajes.

Son ya muchos los docentes que empiezan a utilizar tuenti o twitter a la hora de desarrollar parte de su trabajo, nuestra investigación lo que pretende es comprender cómo es el mundo de los y las adolescentes en las redes, qué tipo de usos se pueden dar al mundo de las redes, y de qué forma la escuela puede ir implicándose en incorporar este universo. Si hablamos que la enseñanza ha de incorporar contextos en su práctica, desde luego que uno de los mayores contextos, donde los jóvenes desarrollan parte de su experiencia vital, es en las redes sociales.

¿Está cambiando el modelo de escuela pública?

La respuesta es que profundamente. En lo que es respecto a la situación actual del puesto de trabajo, sabemos que la contrarreforma neoliberal actual en la que estamos sumidos proyecta tasas de reposición futuras en las que por cada 16 jubilados se incorpore un o una docente. Desde luego, no son perspectivas nada halagüeñas.

A nivel organizativo, se tiende a pensar la escuela con una dimensión cada vez más empresarial, valgan algunos ejemplos. La administración estimula un liderazgo directivo gerencialista, donde la escuela ha de competir por recursos, lo cual queda reflejado en que el abandono o muerte terminal de los centros de formación permanente, ahora parece que lo que se estimula es la formación en centros, y esa aparente autonomía tengo para mí que lo único que va a llevar es a una competitividad entre centros públicos, ya sea por recursos, por alumnado o por la mejora del centro en los rankings de evaluación y rendimiento.

A nivel curricular, está claro que es cada vez más difícil de sostener un modelo de escuela pública vinculado al ideal moderno/ilustrado. Me parece que enseñamos muy poco desde la creatividad o el pensamiento divergente, y la presencia de la estructura disciplinar aún es muy fuerte en los niveles de primaria y secundaria. Por no hablar del movimiento extraordinariamente fuerte de reformar la enseñanza desde el modelo de las competencias básicas, no tengo tan claro que dicha reforma lleve a la defensa de la autonomía profesional, pues más bien genera estrategias reproductivas que hacen del profesorado un digamos “consumidor de programas, proyectos o propuestas” que se les hace desde instancias superiores (administración, grupos de innovación universitaria…)

Quizás lo que está en crisis, a nivel general, y eso lo sabemos todos, es la propia idea de lo público, de lo que nos preocupa a todos y a todas. La tarea de generar ciudadanía no es una cosa que competa a la escuela, yo creo que es algo que debe lograrse en contextos sociales, en la vida diaria y desde ahí, la escuela puede tener sentido para dotar de significación precisamente esa vida que vivimos, y esto desde las distintas áreas de conocimiento. También es verdad que a veces se instala dentro de la escuela pública una idea funcionarial y corporativa que hace de la administración, las familias, etc., los “enemigos externos”, y así siempre evadimos nuestras responsabilidades, las que tenemos a la hora de diseñar propuestas de actividades que no vengan dadas por las grandes editoriales, o las que tenemos a la hora de negociar nuestro proyecto educativo y pedagógico con las familias, o las responsabilidades que tenemos –como ya dije – de conocer el mundo de vida de nuestros  y nuestras escolares para desarrollar propuestas de trabajo relevantes.

Para finalizar, nos gustaría saber cómo fueron sus primeros pasos como lector ¿A quién le debe su amor a los libros? ¿Qué libros y qué autores construyeron su imaginario infantil?

Fue mi madre quien inicialmente me inició en la experiencia de la lectura, recuerdo que me leía cuentos mientras yo me dormía en la cama. Es cierto que yo tengo hermanos, y de ellos fui heredando libros que habían leído. Por otra parte, recuerdo la importancia que en mi caso tuvo – y no creo que fuera el único – del boom de los cómics, sobre todo en el caso de cómics como Famosas Novelas, Mortadelo y Filemón, Zipi y Zape, los de ciencia ficción, etcétera. Pienso que estos cómics reforzaron mi interés por leer, aunque haya gente que opine que los dibujos no hacen que leamos las palabras.

Lo cierto es que mi imaginario infantil, como preguntáis, se haya ligado a algunos libros que han sido imprescindibles para mí. Por ejemplo, aún recuerdo la lectura de libros infantiles como la de los hermanos Grimm, o más mayor el placer que tuve con novelas como Charlie y la fábrica de chocolate, Cuentos de la Alhambra de Irving, El Hobbit de Tolkien, La isla del tesoro de Stevenson, Miguel Strogoff, Veinte mil leguas de viaje submarino, Viaje al centro de la Tierra o De la Tierra a la Luna de Julio Verne, Las aventuras de Tom Sawyer y Huckleberry Finn de Twain.



Por: Raquel Friera
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