miércoles, 16 de noviembre de 2011

Mitos de Memoria del fuego. Eduardo Galeano para primeros lectores

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Por Raquel Friera

Hoy, en boolino, queremos rescatar un libro extraordinario publicado por Anaya: Mitos de Memoria del fuego de Eduardo Galeano. Todos los textos reunidos en esta edición fueron antes publicados en el primer volumen de Memoria del fuego, titulado Los nacimientos (Siglo XXI Editores), dentro del capítulo inicial, Primeras voces.

Eduardo Galeano nos dice en el Umbral, prólogo a esta edición:

Los textos que siguen forman parte de un libro, el primer volumen de Memoria del fuego. Yo no escribí esa trilogía solamente para los lectores adultos de las Américas. Quise contar historias, las historias de la historia americana, al oído de quien tuviera ganas de escucharlas, a cualquier edad y en cualquier lugar.
Los libros no creen en la edad. Según ellos, su propia edad, la edad de los libros, es un detalle que carece de importancia, y tampoco les importa ni un poquito la edad de los lectores.
Pero yo quiero confesar, y mi libro también, que nos da alegría ir al encuentro de los jóvenes más jóvenes, acompañados por las espléndidas imágenes que ilustran esta selección de los mitos indígenas. (Páginas 9 y 10)

Mitos de Memoria del fuego nos invita a descubrir la creación del mundo a través de los mitos indígenas de fundación, el imaginario precolombino se describe con detalle. Las distintas sociedades indígenas descubren otras maneras de interactuar con la naturaleza y con “el otro”. Fragmentos simbólicos, brillantes y evocadores construyen el otro Génesis de la historia de América.

Los colores

Eran blancas las plumas de los pájaros y blanca la piel de los animales. Azules son, ahora, los que se bañaron en un lago donde no desemboca ningún río, ni ningún río nacía. Rojos, los que se sumergieron en el lago de la sangre derramada por un niño de la tribu kadiueu. Tienen el color de la tierra los que se revolcaron en el barro, y el de la ceniza los que buscaron calor en los fogones apagados. Verdes son los que frotaron sus cuerpos con el follaje y blancos los que se quedaron quietos. (Página 36)

Los grupos indígenas se convierten en agentes de la historia antes de la supuesta conquista, el término descubrimiento que ha vertebrado la historia de América deja de tener sentido ya que Europa no ha dado a América una identidad histórica, América ya tenía su propia identidad. La necesidad de recuperar la cultura y la memoria indígena sigue siendo una tarea presente.

Galeano quiere rescatar la memoria colectiva, conversar con ella, conocer sus secretos, saber de qué barros ha nacido. Una anécdota que siempre cuenta el autor evidencia la inquietud y la necesidad que siempre ha tenido de cuestionar el discurso oficial con el que se ha construido América:

Desde que era chiquito e iba a la escuela y la maestra me decía que el vasco Núñez de Balboa fue el primer hombre que vio los dos océanos desde una cumbre de Panamá, yo levantaba la mano y le decía: “Señorita, señorita, entonces los que vivían ahí eran ciegos”. Y ella me echaba de la clase por insolente. (1)

La recuperación de la memoria a través de la voz del “otro”, es el eje fundamental de la obra de la que nace esta antología. Y, desde esta perspectiva subalterna, nos encontramos con la historia perdida, fundamental para entender y reconstruir el presente.

Galeano apuesta por una búsqueda de la identidad que acepte el mestizaje y la naturaleza híbrida de la cultura americana. La opción dialéctica y sintética que nace entre iguales. Éste es el verdadero sentido: mostrar la falta de oportunidad que ha tenido el individuo americano, mestizo o indígena, para sentirse igual debido a siglos de colonización que han generado dominación, despersonalización y desplazamiento.

Me parece admirable la capacidad que han tenido los indígenas de las Américas en perpetuar una memoria que fue quemada, castigada, ahorcada, despreciada durante cinco siglos. Y la humanidad entera tiene que estarle muy agradecida, porque gracias a esa porfiada memoria sabemos que la tierra puede ser sagrada, que somos parte de la naturaleza, que la naturaleza no termina en nosotros. Que hay posibilidades de organizar la vida colectiva, formas comunitarias que no están basadas en el dinero. Que la competencia contra el prójimo no es inevitable y que el prójimo puede ser algo mucho más que un competidor. (1) 

Si algo define la obra de Galeano es la intertextualidad que permite el encuentro de una pluralidad de textos, de discursos, que tienen en común la retórica colectiva. Sus obras nos demuestran que su aspiración referencial y su realismo pueden ser evocadores y por ello no dejan de ser poéticos. Galeano es difícil de encerrar en las etiquetas convencionales, es un autor que crea sus propias estructuras narrativas sin renunciar a enmarcar en ellas su propia visión de la historia.

Eduardo Galeano es, sin duda, uno de los autores que de manera más honesta ha intentado dibujar con sus palabras la diversidad cultural e histórica que ha construido América. Mitos de Memoria del fuego recuenta el génesis imaginado para que los pequeños lectores entiendan que si la realidad no integra a todos los agentes históricos, estaremos creando sociedades que generen pobreza, desigualdad y exclusión.


GALEANO, Eduardo. Mitos de Memoria del fuego. Ilustraciones de Elisa Arguilé. Madrid: Anaya, 2002. 80 páginas. Sopa de Libros; 79. EAN: 9788466717090

(1) La Jornada. México, 30 de Mayo de 2008


Mañana en boolino: Oblit Baseiria, propietaria de la librería infantil Casa Anita de Barcelona nos recomienda en un video reportaje sus libros infantiles favoritos. 


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